sábado, 6 de septiembre de 2014

¿Me servirá de algo participar de un taller para padres de adolescentes?...

Vivimos en una época difícil en lo que se refiere a un espacio-tiempo para las interracciones humanas.
Las relaciones entre padres e hij@s, además de estar atravesadas por las idas y venidas en la comunicación propias del  vínculo en sí, quedan también sujetas al obstáculo extra que generan las fuertes presiones socio culturales y económicas del entorno, que instaladas en lo cotidiano, determinan en muchos casos, y sin que nos demos cuenta, una tendencia a desimplicarnos de nuestro campo de intereses personales, incluso de las personas más próximas y queridas.
 Nuestros adolescentes también se ven, elíjanlo o no, lanzados a convivir con un medio que por un lado los abre a una globalidad de posibilidades, a la vez que los expone a una serie de situaciones y estímulos frente a los cuales, por su maduración aún en proceso, no siempre  pueden reaccionar de manera suficientemente  autoprotectora. 
De ahí la necesidad de abrir espacios a la reflexión dentro de cada un@, en los cuales intentar pensar nuestro rol como madres y padres de adolescentes que tienen que vivir inmersos en la realidad que les toca para que esta realidad no sea vista por nosotros mismos como algo que solo nos sucede, frente a lo cual no se puede hacer más que padecerlo y permitir que afecte nuestra vida y nuestros vínculos... 
Los padres y las madres, seres humanos al fin, también pasamos por distintas crisis vitales y situacionales, y necesitamos, en las distintas etapas evolutivas de nuestros hij@s, transitar por replanteos y aperturas en nuestra manera de pensar para  ayudarlos a crecer mejor a ell@s y para que esa etapa capital de la metamorfosis de niño en adulto, como lo es la adolescencia, transcurra de la manera más acompañada y sostenida posible. 
Un grupo de reflexión es un espacio de encuentro y pensamiento entre personas. En el caso del que estamos hablando, entre madres y padres que atraviesan por la etapa de adolescencia de sus hijos.
 El solo hecho de compartir experiencias, situaciones y dificultades experimentadas en este camino, y descubrir al escucharlas que son muy similares a las que les ocurren a los demás, ayudarse mutuamente a entenderlas, pensar juntos alternativas posibles, es sumamente aliviante de por sí, y potenciador de recursos para una mejor convivencia familiar en una etapa que tanto pone a prueba los vínculos.
Como herramienta en sí, es aplicable a distintas problemáticas humanas, siendo particularmente útil en aquellos temas en los que existe un punto de entrecruzamiento marcado entre lo personal y lo social, como lo es, en la época actual, el campo referido a la interacción adolescente-padres-sociedad.
 

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